Hay historias que no aparecen en los libros de historia, pero que todo el mundo conoce en un pueblo. En Burriana, una de esas historias vive —y nunca mejor dicho— en el Clot de la Mare de Déu, ese humedal donde la naturaleza se mezcla con la memoria, y el agua parece guardar secretos.
La versión que aún se susurra
Dicen que durante la Guerra Civil Española, cuando la persecución religiosa estaba en su peor momento, un vecino de Burriana —anónimo, valiente o simplemente creyente— decidió hacer algo para proteger lo más sagrado que tenía su comunidad: una imagen de la Virgen María.
No tenía escondites seguros ni tiempo que perder. Así que cogió la imagen, la colocó dentro de una campana y la arrojó al Clot. No fue un gesto cualquiera. Fue una mezcla de desesperación, fe y deseo de que, algún día, alguien pudiera volver a encontrarla.
Pasaron los años. El país cambió, la guerra quedó atrás, y la historia parecía olvidada… hasta que alguien, caminando por el Clot, escuchó una campana sonar desde el agua. No había nadie cerca. Solo el viento, los árboles y ese sonido metálico que no tenía explicación.
Investigaron. Buscaron. Y, como si el propio Clot les devolviera lo que se le había confiado, apareció la campana con la imagen intacta dentro. No oxidada, no dañada. Entera. Como si el tiempo no hubiera pasado por ella.
Para muchos, fue un milagro. Un símbolo de protección. La prueba de que la fe, cuando es sincera, encuentra su camino de vuelta.
Y así nació una ermita
En 1951, con la imagen ya recuperada, los vecinos levantaron una ermita sencilla, blanca, sin pretensiones. Un lugar para agradecer. Para rezar. Para recordar no solo a la Virgen, sino también a quien la salvó y a todos los que, en tiempos duros, resistieron sin perder lo que les daba fuerza.
Desde entonces, cada año, Burriana celebra su Romería al Clot. Familias enteras bajan a pie, se celebra misa, hay comida, reencuentros, y una sensación compartida: la de estar pisando un sitio especial, donde la leyenda se hizo parte de la vida cotidiana.
Un lugar que guarda mucho más que agua
Hoy el Clot no es solo leyenda. Es un paraje natural protegido, lleno de vida, de sauces, de aves, de silencio cuando hace falta y de bullicio cuando tocan fiestas. Pero por mucho que cambie, siempre queda esa sensación rara, entre respeto y curiosidad, cuando uno pasea por allí.
Porque sí, puede que solo sea una historia. O puede que no. Pero lo que está claro es que el Clot de la Mare de Déu no sería lo mismo sin su leyenda. Y Burriana tampoco.