El Oceander se hunde tras años de abandono en Burriana. ¿Por qué no convertirlo en arrecife artificial?

Un barco hundido no por el mar, sino por la desidia

El Oceander no se ha hundido por un temporal. Ni por un accidente. Se ha hundido por abandono, dejadez y desinterés institucional. Y lo peor es que se veía venir.

Este barco, construido en Alemania en 1962 como buque fluvial, no nació para navegar por mares bravos, pero tampoco para acabar pudriéndose frente a los ojos de todos en el puerto de Burriana. En lugar de buscar soluciones, lo dejaron morir. Y ahora tenemos 57 metros de chatarra oxidada en el fondo del puerto.


De restaurante flotante a vergüenza portuaria

El Oceander fue reconvertido en restaurante en Vigo en 2006, pero su estructura fluvial no soportó la ría gallega. Acabó en Valencia, rebautizado como “99 Nudos”, donde tampoco tuvo mejor suerte. En 2013 ya era un muerto flotante, y desde entonces nadie quiso hacerse cargo. Subastas fallidas, ofertas sin comprador, excusas de todos los colores.

¿La solución? Enviarlo a Burriana, buscando abaratar costes. Lo aparcaron en el puerto como quien deja un coche viejo en una cuneta. Y allí se quedó años enteros sin mantenimiento, sin vigilancia y sin rumbo.

Mientras tanto:

  • Fue ocupado por personas sin hogar.

  • Sufrió robos y actos vandálicos.

  • Y en abril de 2024 ardió en un incendio provocado por okupas, quedando herido de muerte.

La Generalitat declaró su abandono en noviembre de 2024, pero ya era demasiado tarde. El 1 de diciembre, el barco se hundió en el mismo sitio donde había sido ignorado durante más de una década.


¿Dónde están los responsables?

Que un barco de 57 metros se hunda en un puerto público no es una anécdota. Es una vergüenza. ¿Dónde estaban las autoridades portuarias, la administración local, la Generalitat?

Han actuado solo cuando el desastre ya era evidente. Ahora se habla de reflotarlo y desguazarlo, lo que supondrá un coste público que podría haberse evitado hace años con una mínima gestión preventiva.


¿Y si dejamos de mirar para otro lado?

Ya que nadie supo o quiso darle un uso útil en vida, ¿por qué no plantearse un final digno y ecológicamente útil?

💡 Convertir el Oceander en un arrecife artificial

En vez de pagar por desguazarlo, ¿por qué no preparar un hundimiento controlado, al estilo de proyectos como:

  • El Cala Egos (hundido frente a la costa de Burriana como refugio para especies marinas).

  • El Litri (otro barco reconvertido en arrecife frente a las costas de Burriana).

Estos ejemplos no son experimentos, son éxitos ecológicos y turísticos. Sirven para:

  • Crear hábitats para la fauna marina.

  • Regenerar fondos degradados.

  • Atraer buceadores y turismo responsable.

  • Y de paso, limpiar puertos de cadáveres flotantes que ya no sirven para nada.

Con un estudio técnico, limpieza previa y permisos adecuados, el Oceander podría tener un nuevo propósito, ayudando al medio marino en lugar de seguir estorbando en el fondo del puerto.


¿Por qué no se propone ya?

Porque falta valentía política. Falta visión. Y, sobre todo, porque aquí se actúa solo cuando todo explota. El Oceander es el ejemplo perfecto de cómo se entierra un problema hasta que se convierte en noticia.

Pero aún se está a tiempo de transformar el desastre en oportunidad. Reflotar no tiene por qué ser sinónimo de desguazar. Hay una alternativa más útil, más ecológica y mucho más sensata: hundirlo bien y con sentido.


Epílogo amargo

El Oceander nunca fue el Titanic, pero su final dice mucho de cómo tratamos lo que no nos conviene. Lo dejaron oxidarse, lo ignoraron cuando ardía y ahora lo sacarán a rastras del fondo.

¿De verdad no merecía algo mejor? ¿De verdad es más útil fundirlo que convertirlo en refugio de vida marina?

El mar no lo hundió. Lo hundimos nosotros. Y lo que hagamos ahora dirá si aprendemos algo o seguimos dejando que las cosas se pudran frente a nuestras narices.