Los pescadores artesanales y deportivos denuncian el reparto desigual del atún rojo, dominado por flotas industriales y almadrabas.

Mientras unos pocos se reparten miles de toneladas, los pescadores artesanales y deportivos siguen a dos velas

Hay algo que huele mal, y no es el pescado. El reparto de la cuota de atún rojo en España es un escándalo a voces que lleva años perpetuándose a base de privilegios, favoritismos y una estructura diseñada para beneficiar siempre a los mismos: las grandes flotas industriales y almadrabas.

En 2025, España cuenta con 6.783 toneladas de atún rojo. Y adivina quién se queda con casi todo el pastel: el 87% va a parar a un puñado de barcos industriales y a las cuatro almadrabas gaditanas de siempre. ¿Y los artesanales? ¿Y los recreativos? Un mísero 11%, repartido entre cientos de pequeños pescadores que, año tras año, tienen que conformarse con las migajas.


¿Qué pasa con los pescadores que no tienen padrino?

Los que pescan con caña, desde barca pequeña o que practican pesca recreativa con su licencia al día… no cuentan para el sistema. Y no porque no tengan derecho, sino porque la ley se basa en un modelo histórico profundamente injusto: si no pescaste atún hace 20 años (porque no te dejaban, porque no tenías acceso o porque simplemente no era tu objetivo), hoy te quedas fuera del sistema.

Las normas dicen que el reparto se basa en "historial de capturas". ¿Pero qué clase de criterio es ese si nunca permitieron a los artesanales tener ese historial? ¿Cómo van a competir con flotas de cerco que capturan toneladas en un solo lance, cuando ellos trabajan con anzuelos y esfuerzo humano?


El negocio del siglo para unos pocos

El atún rojo es oro con aletas. Se exporta a precios altísimos a Japón, se vende fresco como delicatessen y mueve millones. Y como buen negocio millonario, ya tiene dueño: un puñado de grandes empresas que no quieren que nadie más meta la caña.

Y lo peor: cuentan con el beneplácito del Ministerio, que se escuda en normativas internacionales (como el ICCAT) para seguir manteniendo el reparto clientelista de siempre. Esas almadrabas de Barbate, Conil o Zahara reciben cientos de toneladas cada una mientras que un pescador del Mediterráneo que ha dedicado su vida al mar ni siquiera puede pescar uno solo para consumo familiar sin saltarse la ley.


Pesca recreativa: criminalizada y ninguneada

La pesca deportiva ni siquiera existe en los ojos del reparto. Solo se permiten capturas y suelta o cuotas mínimas con condiciones absurdas. Y estamos hablando de miles de pescadores que:

  • Contribuyen al turismo local

  • Respetan tallas y vedas

  • No buscan lucrarse, sino disfrutar y conservar el mar

¿Cuánto corresponde a la pesca recreativa?

Aunque no se especifica la cantidad exacta destinada exclusivamente a la pesca recreativa, esta comparte la asignación de 49,34 toneladas con las capturas accesorias de las flotas de palangre de superficie y curricán para bonito del norte . Esto implica que la porción destinada a la pesca recreativa es una fracción de esa cantidad total.

Pero para el sistema, son un estorbo. Porque no generan toneladas, ni beneficios industriales, ni tienen lobbies detrás. Solo quieren pescar un atún legalmente, de forma sostenible y responsable, y ni eso se les permite.


Basta ya de este reparto injusto

El actual sistema de reparto del atún rojo es una vergüenza nacional. Premia al que más arrasa, no al que más cuida. Favorece al que tiene flota, no al que tiene oficio. Y lo peor de todo: ignora a miles de familias del sector pesquero artesanal y a miles más que practican pesca deportiva de forma sostenible.

Desde aquí exigimos:

  • Una revisión completa del reparto de cuota, con más peso para los pescadores artesanales

  • Un cupo específico para pesca recreativa con fines de consumo, no solo captura y suelta

  • Transparencia total en los criterios de asignación

  • Y sobre todo, que se escuche a quienes llevan generaciones trabajando en el mar sin destruirlo


El mar no es solo para los grandes. El atún rojo tampoco.

Los recursos naturales no pueden ser monopolizados por unos pocos bajo el disfraz de legalidad. Si seguimos así, no solo estamos robando a los pequeños pescadores, estamos hipotecando el futuro de nuestros mares.

Es hora de cambiar las reglas. Es hora de dar voz a quienes pescan con conciencia, no con redes que arrasan todo


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