Durante la Segunda Guerra Mundial, el mar Mediterráneo no fue solo una vía de paso, sino uno de los escenarios más estratégicos y peligrosos del conflicto. Su geografía cerrada, su importancia como canal logístico y la presencia de múltiples potencias lo convirtieron en un tablero mortal donde la superioridad aérea, naval y submarina se disputaba al metro. Aunque España permanecía neutral, su costa oriental quedó atrapada en ese tablero. Lo que pocos saben es que dos submarinos alemanes de la Kriegsmarine, enviados por el alto mando nazi, acabaron hundidos en aguas valencianas por la aviación británica. Uno yace cerca del archipiélago de las Columbretes. El otro, frente a las tranquilas costas de Calp.
El U-755: un ataque certero cerca de las Columbretes
El primero es el U-755, un submarino del temido tipo VII C, el modelo más fabricado y operativo del Tercer Reich. Con 66,5 metros de eslora, 769 toneladas de desplazamiento en superficie y una autonomía de más de 8.000 millas náuticas, fue diseñado para cruzar océanos y sembrar el caos entre los convoyes aliados. Este U-Boot tenía su base en Tolon, ciudad francesa bajo ocupación alemana tras el colapso de Francia en 1940.
El 28 de mayo de 1943, el U-755 fue detectado por la aviación británica en el Mediterráneo occidental. Se encontraba a unas 99 millas náuticas al este-noreste de Valencia, y a 50 millas del archipiélago de las Columbretes. En ese momento, la nave del comandante Walter Göing había salido a la superficie —probablemente para recargar baterías— y se convirtió en blanco fácil. Aviones británicos, probablemente del tipo Lockheed Hudson, lo atacaron con cargas de profundidad en un asalto rápido y eficaz.
La escena fue devastadora. Las explosiones envolvieron al sumergible y lo mandaron al fondo del mar. Murieron 38 tripulantes. Solo nueve hombres sobrevivieron, rescatados poco después por pescadores mallorquines que navegaban cerca del lugar. Estos supervivientes fueron llevados a puerto y repatriados posteriormente a Alemania. El U-755 jamás regresó a Tolon.
Las coordenadas del naufragio que se manejan hoy son 39° 58′ N – 1° 41′ E, aunque el pecio no ha sido visitado ni documentado de forma pública debido a su difícil localización y profundidad desconocida. Permanece oculto en algún punto entre Valencia y Mallorca, envuelto por el silencio del mar.
El U-77: el submarino que luchó hasta el final en Calp
El U-77, otro modelo VII C, corrió una suerte distinta, aunque el desenlace fue igual de trágico. El 28 de marzo de 1943, fue avistado en las cercanías de Cartagena por patrullas aéreas británicas. Los Lockheed Hudson, volando desde Gibraltar, atacaron la nave con precisión, pero no lograron destruirla por completo. El casco sufrió daños, pero el comandante alemán logró mantenerlo a flote.
El U-77 escapó con dirección norte, buscando refugio en la costa alicantina, en la bahía de Calp. Pero no tuvo descanso. A la mañana siguiente, 29 de marzo, los aviones británicos lo localizaron de nuevo, esta vez más cerca de tierra. El segundo ataque fue letal. Cargas de profundidad arrojadas en rápida sucesión lo alcanzaron de lleno y lo hundieron.
El resultado fue dramático: 36 marineros fallecieron, dos desaparecieron, y solo nueve lograron sobrevivir, rescatados por pescadores de Calp que los llevaron a tierra. Estos hombres también serían repatriados. Los cadáveres fueron enterrados en los cementerios de Altea y Alicante, pero en 1983, los restos fueron trasladados a Cuacos de Yuste (Cáceres), donde Alemania conserva un cementerio militar para sus caídos en España.
A diferencia del U-755, el caso del U-77 ha despertado más atención en tiempos recientes, con iniciativas de documentalistas y buceadores que intentan reconstruir sus últimos días. Se ha especulado con su posición exacta frente a el Peñón de Ifach, aunque aún no se ha hecho público un registro completo del pecio.
El Mediterráneo español, la ratonera mortal del Eje
Los submarinos del Eje tenían un gran problema estratégico: para operar en el Mediterráneo, debían cruzar el Estrecho de Gibraltar. Y hacerlo en superficie. Esto los dejaba expuestos al fuego de las baterías costeras, los radares aliados y los ataques aéreos. Los propios alemanes lo llamaban “La Ratonera”, porque, una vez dentro, escapar con vida era una lotería.
Aun así, la Kriegsmarine desplegó múltiples U-Boote en la región, operando desde La Spezia, Messina, Pola, Salamina y Tolon, entre otras bases. Enfrente, los británicos dominaban el juego con bases clave en Malta y Gibraltar. La lucha era constante, silenciosa y mortal. En medio, el litoral español, oficialmente neutral, pero convertido en zona de paso, refugio improvisado o incluso tumba involuntaria.
Silencio bajo las olas: el legado invisible de dos naufragios
Hoy, ni el U-755 ni el U-77 tienen placas, ni monumentos, ni rutas de buceo señalizadas. Solo algunos documentos históricos, testimonios orales y la memoria de quienes han investigado sus rastros mantienen viva su historia.
Ambos submarinos permanecen como cápsulas selladas del pasado, rodeados de vida marina y sedimentos. Representan no solo el poder destructivo de la guerra, sino también los límites de la historia oficial, que tantas veces olvida los capítulos que no se libraron en tierra firme.
Frente a las costas de la Comunitat Valenciana, descansan dos piezas del ajedrez bélico más grande del siglo XX. Sus cascos oxidados no solo nos hablan de estrategia militar, sino de vidas truncadas, de decisiones a miles de kilómetros, y de cómo la guerra siempre deja huellas… incluso bajo el mar.