Así se eliminó una de las amenazas ocultas del Mediterráneo: el naufragio del Woodford frente a las Columbretes.

Hundido en 1937. Olvidado durante décadas. Y finalmente neutralizado en 2012.

El Woodford era un petrolero británico construido en 1914, con una capacidad de carga de 10.000 toneladas de fuel. Su historia cambió para siempre el 2 de septiembre de 1937, cuando fue torpedeado por un submarino italiano durante la Guerra Civil Española. El ataque tuvo lugar a unas 40 millas al noreste de Castellón, muy cerca de las Islas Columbretes. El barco se hundió a 80 metros de profundidad, con casi toda su carga a bordo.

A partir de ahí, el silencio.

Durante más de siete décadas, el Woodford descansó bajo el mar, invisible para la mayoría y completamente fuera del radar institucional. Hasta que, a partir de 2009, empezaron a aparecer manchas de fuel en la superficie. Pescadores de la zona dieron la voz de alarma. Y lo que parecía un problema menor acabó revelando una amenaza ambiental persistente: el pecio del Woodford estaba filtrando hidrocarburos.

Una fuente constante de contaminación en aguas protegidas

Las inspecciones realizadas por Salvamento Marítimo con vehículos ROV (robots submarinos) confirmaron el problema: el deterioro de los tanques del barco estaba provocando fugas intermitentes de fuel. No era solo un riesgo: era una realidad. Y, además, sucedía a las puertas del Parque Natural de las Islas Columbretes, uno de los espacios marinos más frágiles y valiosos del Mediterráneo español.

El escenario requería una solución urgente y, sobre todo, muy técnica. El buque estaba demasiado profundo para operaciones convencionales. Había que recurrir a buceo en saturación, una técnica especializada que permite trabajar a grandes profundidades durante turnos prolongados, manteniendo a los buceadores bajo presión continua.

La operación: pionera y 100 % pública

El 6 de septiembre de 2012 arrancó la operación de extracción de hidrocarburo del Woodford, liderada por Salvamento Marítimo y con todos los medios proporcionados por la administración española. Fue la primera vez que una intervención de este tipo se realizaba con recursos públicos en nuestro país.

La base de operaciones fue el buque Clara Campoamor, de 80 metros de eslora, equipado con:

  • Un módulo de saturación presurizado para 4 personas.

  • Una campana seca de buceo, capaz de llegar hasta 200 metros.

  • Equipos de lucha contra la contaminación.

  • Vehículos ROV de inspección.

  • Personal técnico y logístico altamente cualificado.

Durante un mes, dos turnos de buceadores trabajaron en jornadas de 8 horas a 80 metros de profundidad. Vivían dentro del módulo de saturación y accedían al pecio mediante la campana, todo interconectado para mantener la presión constante. El primer equipo colocó las válvulas de extracción HOT-TAP en tres tanques e inició el bombeo. El segundo completó el trabajo en cinco tanques más y selló todos los conductos con bridas ciegas tras vaciarlos.

En total, se extrajeron 450 metros cúbicos de hidrocarburo. Y con ello, se eliminó una amenaza ambiental que llevaba filtrando combustible en silencio desde hacía más de 70 años.

No fue fácil

El operativo se interrumpió durante una semana (del 13 al 19 de septiembre) por mal tiempo. Aun así, el equipo consiguió completar la misión sin accidentes ni fugas incontroladas. De hecho, aunque a bordo se habían dispuesto sistemas de contención, no fue necesario desplegarlos: todo el hidrocarburo se recuperó de forma controlada.

Participaron 42 personas en total, incluidos 10 buceadores en saturación. La coordinación entre técnicos, marinos, operarios y buzos fue clave para que la operación se completara con éxito.

Una historia que enseña

El caso del Woodford no es solo una anécdota histórica. Es un aviso. Porque en nuestros mares hay muchos otros pecios con cargas potencialmente peligrosas. Y no todos están localizados. Este episodio demuestra que la vigilancia marítima, la investigación técnica y la intervención pública son esenciales para proteger el medio marino.

Además, es un ejemplo de cómo se puede actuar con medios propios, sin depender de empresas privadas, y con una estrategia enfocada en la seguridad, la sostenibilidad y la responsabilidad pública.


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