La leyenda del Miracle dels Peixets dio origen a una de las ermitas más queridas de Alboraya. Conócela aquí.
En la desembocadura del Carraixet, donde el barranco se encuentra con el mar, hay un rincón especial que los vecinos de Alboraya conocen bien: la Ermita dels Peixets. Un lugar humilde y tranquilo que, sin embargo, guarda una historia que se ha contado durante siglos.

Todo empezó con un accidente…

Nos vamos al siglo XIV. No hay fecha exacta, pero sí un escenario claro: el barranco del Carraixet, seguramente con más agua que de costumbre, crecido por las lluvias. Un sacerdote de Alboraya iba de camino a Almàssera para dar la comunión a un morisco converso que estaba a punto de morir. Llevaba con él el viático, es decir, las Hostias consagradas en una arqueta. Un acto de fe que era parte del día a día en esa época.

Pero al intentar cruzar el barranco, el cura resbaló y cayó al agua. La arqueta se le escapó de las manos y las Hostias desaparecieron entre la corriente. En aquel momento no había redes sociales, pero la noticia corrió como la pólvora entre los vecinos: se habían perdido las formas sagradas en el agua.

Y entonces, el milagro

Unos días más tarde, unos agricultores de la zona afirmaron haber visto luces extrañas en el agua del barranco. Al acercarse, descubrieron algo que les dejó sin aliento: tres peces con las Hostias en la boca, perfectamente visibles. Avisaron al cura, que acudió con el cáliz y, emocionado, recogió una a una las formas de nuevo. Se arrodilló en la orilla, rezó y, según cuentan, el agua se volvió calma, como si también ella entendiera que algo sagrado acababa de ocurrir.

Aquel hecho fue considerado un milagro desde el primer momento. Y con los años, se documentó, se preservó en la memoria colectiva y se convirtió en motivo de peregrinación.

Un milagro con símbolo propio

De aquella historia nacieron dos cosas muy curiosas. Por un lado, el escudo de Alboraya incluye tres peces en memoria del milagro. El de Almàssera, dos. Dicen que esto se debe a que cada pueblo afirma haber sido clave en la recuperación de las formas: uno por la arqueta, otro por los peces. Un pequeño "pique" histórico de los de antes.

Por otro lado, se levantó una ermita justo en el lugar del suceso: la Ermita dels Peixets, construida ya en 1907, en estilo neogótico. Blanca, sobria, y con un retablo cerámico en el altar que representa el momento del milagro. Solo abre un día al año, en una fiesta popular que une tradición, devoción y buena comida: el lunes después de los diez días de Pentecostés.

La fiesta del milagro

Ese día, el campo se llena de gente, vecinos, familias y amigos. Se hace una misa, una romería y luego, como buena celebración valenciana, una comida compartida al aire libre. Algunos vienen por fe, otros por tradición, y muchos por disfrutar del día. Pero todos acaban rodeados de la misma historia: la del Miracle dels Peixets.

Y tú, ¿lo sabías?

Esta es una de esas leyendas que no suelen salir en los libros de texto, pero que están vivas en la tierra y en la gente. Un trocito de historia que nos recuerda que hay lugares que, sin ser grandes ni famosos, guardan algo que merece la pena conservar. En este caso, una ermita blanca, tres peces en un escudo, y una historia que ha pasado de boca en boca durante más de 600 años.