Como en 2024, este año va por el mismo camino: se abrió la pesca recreativa del atún rojo el 16 de junio, y apenas tres días después, el 18 de junio, se ha decretado una parada técnica de control. A partir del 19 a medianoche, queda suspendida la pesca, la tenencia a bordo y el desembarque de atún rojo para los barcos de recreo. No se habla de cierre definitivo, pero todos sabemos lo que suele venir después.
La resolución, firmada por la Dirección General de Ordenación Pesquera y Acuicultura, se ampara en el Real Decreto 46/2019 y en la normativa específica para este 2025, que reservaba una cuota de 39.940 kg para la pesca recreativa. Según la Secretaría General de Pesca, esa cuota está ya “próxima a su agotamiento”, lo que ha llevado a activar este parón para revisar la situación real.
Lo que implica la resolución es claro: queda prohibido pescar, mantener a bordo o desembarcar ejemplares de atún rojo en la modalidad recreativa, desde las 00:00 horas del 19 de junio de 2025. Y aunque oficialmente se trata de una medida temporal, basada en la necesidad de control, la experiencia de años anteriores invita al escepticismo: en 2024, exactamente en la misma fecha, la suspensión acabó siendo el cierre definitivo de la campaña.
En teoría, el Ministerio podría levantar la prohibición si se comprueba que no se ha alcanzado el límite. Pero no suele ocurrir. El comunicado habla de revisión, pero no da detalles sobre cuántos kilos se han declarado ni cómo se ha llegado a esta situación en tan pocos días. Tampoco se han publicado datos por zonas o por número de embarcaciones activas, por lo que el control de esfuerzo sigue siendo opaco.
Queda la posibilidad legal de presentar un recurso de alzada ante la Secretaría General de Pesca, como se recoge en la Ley 39/2015. Pero para los miles de pescadores recreativos afectados, lo importante es que, en la práctica, la pesca ya está detenida y sin fecha clara de reapertura.
Una vez más, el modelo español de gestión deja fuera a la mayoría. Porque abrir la temporada para cerrarla casi de inmediato no es una estrategia de ordenación, sino una forma elegante de cumplir el expediente sin ofrecer alternativas reales. Ni fases escalonadas, ni reparto por zonas, ni un sistema de etiquetado por embarcación que permita gestionar mejor las capturas o las muertes accidentales.
Y lo más preocupante: sin transparencia. Porque si se trata de proteger la especie y controlar el esfuerzo, ¿por qué no publicar los datos de captura? ¿Por qué no explicar cómo se calcula ese "casi agotado"? ¿Por qué no ofrecer siquiera un calendario previsible?
Todo apunta a lo de siempre: un paréntesis que no se va a abrir. Y una cuota que se agota sin que nadie tenga claro cómo.
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