Conoce la historia de Tombatossals, el gigante bonachón que ayudó a fundar Castellón según la tradición popular valenciana.

Mucho antes de que existiera la ciudad de Castellón de la Plana, cuando los mapas aún no tenían forma y los hombres apenas se organizaban en aldeas, el mundo estaba habitado por gigantes. Seres descomunales que caminaban entre montañas como quien pisa charcos y arrancaban pinos como quien corta perejil.

Uno de esos gigantes, nacido del amor entre la montaña Penyeta Roja y el monte Tossal Gros, fue Tombatossals. Su nombre significa algo así como “el que tumba montículos”, y no era para menos. Cuando se enfadaba, podía aplastar un monte de un pisotón. Pero lo cierto es que era de carácter noble, un alma buena con cuerpo de coloso.

Los compañeros del gigante

Tombatossals no vivía solo. En una cueva mágica conocida como la Cova de les Meravelles (la Cueva de las Maravillas), compartía aventuras con otros gigantes de lo más pintoresco:

  • Bufanúvols, el que soplaba nubes y traía la lluvia.

  • Arrancapins, que arrancaba pinos con una sola mano.

  • Tragapinyols, un comilón de almendras sin igual.

  • Y Cagueme, con menos gracia en el nombre pero fiel como ninguno.

Estos gigantes eran protectores de la tierra, y aunque a veces causaban alguna que otra travesura por su tamaño, el pueblo les quería bien.

El encargo del Rei Barbut

Un día llegó hasta ellos una figura en busca de ayuda: el Rei Barbut, un monarca valiente que buscaba tierras más llanas para que su gente pudiera cultivar y vivir sin miedo. El problema era que la costa estaba plagada de marjales, terrenos cenagosos e impracticables para levantar una ciudad.

El rey pidió ayuda a Tombatossals y sus amigos. Y claro, ellos, sin pensárselo dos veces, se pusieron manos a la obra (o más bien, pies a la tierra). En poco tiempo, secaron marismas, aplanaron cerros y abrieron camino desde la montaña hasta el mar, allanando lo que hoy es Castellón de la Plana.

Se dice que Tombatossals se agachaba para beber agua del mar y la escupía sobre los campos, fertilizándolos. Que con una sola mano abría cauces para los ríos y que con su aliento ayudaba a que las nubes regaran las tierras.

El nacimiento de Castellón

Gracias a los gigantes, el sueño del Rei Barbut se hizo realidad. En las nuevas tierras llanas se fundó la ciudad, y en su honor, los castellonenses erigieron fiestas, plazas y estatuas.

Hoy, la escultura de Tombatossals se puede ver en la entrada norte de la ciudad, como si siguiera vigilando desde su rincón eterno, orgulloso de la obra que levantó junto a sus amigos.


🎭 Una leyenda viva

Aunque pueda sonar a cuento infantil, Tombatossals es algo más que un mito en Castellón. Es parte de su identidad. Su figura ha sido adaptada en teatro, cómic, incluso en una película de animación. Y cada año, durante las fiestas fundacionales de la ciudad, su nombre resuena con fuerza.

Porque toda ciudad necesita un origen legendario, y Castellón eligió uno a lo grande: un gigante con corazón de pueblo.