Crítica directa al nuevo plan anticorrupción: muchas promesas, poca credibilidad. ¿Sirve de algo o es más teatro político?

Ahora sí que sí: el Gobierno ha sacado su “Plan estatal anticorrupción” con 15 medidas que, según ellos, van a dejar el sistema limpio como una patena. Agencia de Integridad, inteligencia artificial para pillar trampas, fiscales a mansalva, castigos más duros… todo muy épico, todo muy de anuncio electoral.

Pero vamos al grano: ¿esto sirve para algo o es otro paripé? Porque no sé tú, pero a muchos ya se nos ha quedado la cara de “esto ya lo he visto antes”.

Humo con forma de ley

Cada vez que salta un escándalo gordo —y en este país saltan como las palomitas—, lo de siempre: indignación, titulares, ruedas de prensa, y luego una reforma para la galería. Esta vez, la jugada parece la misma pero con más brillo. Le han metido IA, buzones anónimos y una agencia nueva con nombre serio. Y claro, queda resultón.

¿Pero cuántas leyes se han hecho en este país que no se aplican? ¿Cuántas veces han vendido que iban a “ir hasta el final” y luego han acabado escondiendo la escoba?

¿Una agencia independiente? Sí, claro…

La “Agencia Pública de Integridad” suena a chiste. ¿Quién la va a nombrar? ¿Los mismos que se reparten los sillones en el CGPJ o en RTVE? Pues vaya independencia. Otro órgano para colocar a amigos, a verlas venir y, con suerte, salir en los telediarios como símbolo de transparencia. Pero cuando haya que meterle mano a un pez gordo, a ver si tienen bemoles.

Inteligencia artificial para detectar corruptos

Sí, has leído bien. Ahora resulta que van a usar IA para detectar chanchullos en los contratos. ¿De verdad creen que el problema de la corrupción es que no pillamos el patrón matemático? No, señores. El problema es que sabemos perfectamente cómo se hace, quién lo hace y por qué se tapa. Y aún así no pasa nada.

La IA no va a detectar al concejal que firma el contrato porque es colega del de la empresa. O al asesor que infla una factura para repartir luego el pastel. Eso no está en los datos. Está en los bares, en los WhatsApp, en las comidas de navidad y en las fundaciones pantalla. Pero eso no se rastrea con algoritmos, se combate con cojones. Y eso no lo tienen los robots.

Los denunciantes siguen vendidos

Otra gran promesa: “protección a los que denuncien corrupción”. ¿Y cómo lo van a hacer? ¿Con un abrazo? Porque aquí el que levanta la voz, o se queda sin curro o lo mandan al rincón. No hay cultura de protección, no hay respaldo institucional y, lo peor, no hay voluntad. Si no, dime cuántos denunciantes han acabado bien en este país. Ya te lo digo yo: pocos o ninguno.

Empresas corruptas fuera de contratos… ¿en serio?

Otra perla del plan es que van a vetar a empresas que hayan sido condenadas por corrupción. ¿Y sabes cuántas llegan a condena firme? Casi ninguna. Porque cuando hay lío, las empresas se camuflan, cambian de nombre, montan una UTE nueva y a seguir facturando. O directamente no pasa nada, porque nadie se atreve a meter mano. Si esto fuera en serio, medio IBEX 35 no podría trabajar con la Administración.

¿De verdad vamos a creérnoslo?

Mira, ojalá funcionara. Ojalá fuera el inicio de algo distinto. Pero huele a maniobra para calmar al personal, ahora que los casos salpican a todos. Porque aquí no se libra ni el tato: da igual el color del partido, el ayuntamiento o el ministerio. Cuando hay dinero público, la tentación está servida. Y cuando no hay castigo, la fiesta sigue.

¿Que van a endurecer las penas? Bien. Pero si luego no se aplica, ¿de qué sirve? ¿Que van a ampliar los plazos para investigar? Perfecto. Pero si la causa se eterniza, se archiva o se negocia entre bambalinas, estamos igual. ¿Que meten más fiscales? Vale. Pero si no les dejan actuar con libertad, ¿qué más da?

Y mientras, los de siempre pagando el pato

Porque al final, entre tanta medida y tanto titular, lo que no cambia es lo de siempre: que el pequeño funcionario tiene que firmar con mil ojos, que el autónomo justifica cada euro, que si tú te saltas un papel te crujen, pero si eres político o empresario con contactos… la cosa cambia. Y eso lo sabemos todos.

Por eso este plan, aunque tenga ideas buenas, suena hueco. Porque no arregla el problema de fondo: que la corrupción en España no es un fallo del sistema, es el sistema.

Y por si alguien piensa que exageramos, que sepa que el Gobierno ha publicado su flamante Plan Estatal de Lucha contra la Corrupción. 15 medidas y muchas palabras bonitas. Que si agencias independientes, que si inteligencia artificial, que si auditorías ciudadanas… Todo suena muy serio hasta que ves lo que no toca: los aforados siguen blindados, los políticos se siguen protegiendo entre ellos, y las puertas giratorias siguen girando. Mucho maquillaje y poca cirugía. Porque mientras no se meta mano de verdad a la estructura que permite que la corrupción funcione como un reloj, todo esto es humo con PowerPoint.

Medidas anticorrupción de verdad

Porque si vamos a hablar de medidas anticorrupción de verdad, no basta con montar agencias con nombres chulos o enchufar IA a los contratos. Hay que meter el bisturí donde duele. Aquí van algunas que, aunque molesten (sobre todo a los que mandan), serían mucho más efectivas que el plan actual:

1. Independencia real del poder judicial y del Ministerio Fiscal

No vale con decirlo en ruedas de prensa. Mientras los partidos controlen la cúpula judicial a través de nombramientos, no habrá justicia de verdad contra la corrupción. Necesitamos un sistema donde fiscales y jueces puedan investigar sin mirar al político de turno ni tener miedo de acabar en el congelador.

2. Obligación de transparencia total en contratos públicos

Y cuando digo total, es TOTAL. Contratos publicados antes de adjudicarse, con criterios claros, sin letra pequeña. Que cualquiera (cualquiera) pueda acceder a los detalles, proveedores, evaluaciones y valoraciones. Sin portales opacos ni PDFs perdidos.

3. Publicación obligatoria del patrimonio y conflictos de interés de todos los cargos públicos

Con sanciones reales si se oculta algo. No una multita simbólica. Hablo de inhabilitación. Y con revisiones periódicas, no solo cuando entran. Porque lo que importa es cuánto tenían cuando llegaron y cuánto tienen cuando se van.

4. Control y fiscalización ciudadana

¿Te suena fuerte? Pues es lo que falta. Observatorios ciudadanos, comités vecinales con acceso a la información, participación directa en decisiones locales importantes. Si el dinero público es de todos, ¿por qué solo unos pocos deciden cómo y dónde se gasta?

5. Protección blindada y remunerada a denunciantes

No solo anonimato. También apoyo económico, psicológico y legal. Porque ahora mismo denunciar corrupción es cavarte la tumba profesional. Y si nadie se atreve a hablar, los corruptos hacen y deshacen a placer.

6. Responsabilidad directa del político que firma

Esto es clave. Si un alcalde o ministro firma algo ilegal, aunque “no supiera”, responde con su cargo, su sueldo o incluso su patrimonio. Ya está bien del cuento de “yo firmé pero no sabía lo que ponía”. Firmas, respondes.

7. Registro público de lobbies y reuniones

Todo contacto entre empresas, lobbies y políticos debe estar registrado, con fecha, motivo y resultado. ¿Que una empresa se reúne tres veces con un consejero y luego gana un contrato? Que se vea. La sombra es el mejor escondite.

8. Cárcel efectiva para corruptos

No indultos. No tercer grado a los seis meses. Cárcel de verdad. Y expropiación de bienes obtenidos por corrupción, sí o sí. Lo que no puede ser es que roben millones y acaben en su chalet con brazalete.

9. Prohibición de puertas giratorias

Cinco años, mínimo, sin poder fichar por empresas a las que diste contratos. Y viceversa: si trabajaste en una gran empresa que contrata con el Estado, no puedes ser alto cargo. Si no se corta ese cordón umbilical, todo lo demás es paripé.

10. Evaluación independiente de políticas públicas

Se gastan millones en planes que no sirven. Hay que medir resultados, ver qué ha funcionado y qué no. Pero no con informes de amiguetes o auditorías internas. Con expertos de fuera, y sin miedo a dejar en evidencia al que lo hizo mal.

Estas medidas no son fáciles de aplicar. Ni gustan a los partidos. Ni salen en los telediarios con música épica. Pero funcionan. Y harían mucho más por limpiar el sistema que todas las comisiones, promesas y buzones anónimos del mundo.

11. Eliminación del aforamiento político (salvo para casos muy concretos)

Fuera privilegios. Que un diputado, un ministro o un consejero tenga que ser juzgado por un tribunal especial solo por su cargo no tiene sentido en una democracia seria. Esto no es para proteger la función pública, es para protegerse entre ellos. ¿Por qué un político no puede ser juzgado como cualquier ciudadano?

Eliminar los aforamientos implicaría que cualquier cargo público responda ante un juez normal y corriente, como tú o como yo. Sin filtros, sin retrasos, sin atajos. Y eso, solo eso, ya haría temblar a más de uno.

¿Quieres luchar contra la corrupción de verdad? Empieza por cortar los hilos del poder que la protege.

Sí. Sin rodeos: esas medidas serían mucho más efectivas que las del gobierno.

Y no porque suenen más duras o molen más en Twitter. Sino porque atacan el problema donde realmente vive: en la falta de control, en la impunidad, en el silencio, en la red de favores. Las medidas del “plan anticorrupción” oficial están pensadas para parecer contundentes sin molestar demasiado a quienes tienen poder. Son medidas que suenan bien, pero que en la práctica dejan muchas puertas abiertas.

Te lo comparo con ejemplos:

🔸 El Gobierno propone una Agencia de Integridad.
Pero no garantiza su independencia real. ¿De qué sirve otra institución si está atada al gobierno de turno?

✔️ En cambio, una Fiscalía y una judicatura verdaderamente independientes, con mandato blindado y sin injerencias políticas, podrían meter mano de verdad en los casos de corrupción… aunque duela arriba.

🔸 Usarán inteligencia artificial para detectar contratos sospechosos.
La IA puede ayudar, sí. Pero no detecta los sobres en B, los amiguismos ni las adjudicaciones dirigidas.

✔️ Transparencia total, con publicación obligatoria y en tiempo real de contratos, reuniones y adjudicaciones, permite que los ciudadanos y periodistas vigilen sin intermediarios.

🔸 Quieren proteger a los denunciantes con canales seguros.
Pero sin garantías laborales, económicas ni legales, eso no vale. ¿Quién se va a jugar su puesto por denunciar?

✔️ Con protección real y remunerada, sí saldrían a la luz muchos más casos. Porque ahora, denunciar es firmar tu sentencia profesional.

🔸 Hablan de vetar a empresas corruptas.
Pero solo tras condena firme. Sabemos lo que tarda eso en España: años o nunca.

✔️ Prohibir adjudicaciones a empresas con indicios razonables o sanciones administrativas previas, ya haría temblar a más de una.

🔸 Van a endurecer penas.
¿Y qué? Si luego los corruptos no pisan la cárcel o salen con un máster en tercer grado.

✔️ Lo que hace falta es pena real y devolución del dinero robado. Sin beneficios penitenciarios, sin indultos, sin chanchullos.

En resumen: el plan del gobierno pone tiritas. Las medidas que hemos comentado meten el bisturí. Y claro, molesta más. Por eso no las veremos en ningún decreto bonito. Pero si algún día alguien quiere acabar de verdad con la corrupción estructural, tendrá que dejar de maquillar y empezar a tocar nervios.

Porque no es que no sepamos cómo acabar con la corrupción. Es que a los que mandan no les interesa hacerlo.

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