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En las Pitiusas, el mar lleva tiempo siendo un campo de batalla. No es una guerra entre redes y cañas, ni entre aficionados y profesionales: es un pulso entre el colectivo de pescadores recreativos y las administraciones que regulan —y cada vez más restringen— su actividad. El último detonante ha sido la propuesta de una nueva reserva de interés pesquero en Formentera, un proyecto que, según la Plataforma de Pesca Recreativa en las Pitiusas, presidida por Diego Alcalde, dejaría la isla prácticamente rodeada de una figura que en teoría protege el mar, pero que en la práctica limita severamente la pesca recreativa.
Un compromiso político roto
La historia reciente empieza antes de las elecciones autonómicas. Diego Alcalde y otros representantes de la Plataforma se reunieron con la entonces candidata a la presidencia, Marga Prohens (PP), para trasladarle su malestar con la gestión del anterior gobierno socialista. Querían un cambio real: menos prohibiciones, más diálogo y una regulación que reconociera el peso de la pesca recreativa.
“Nos sentimos escuchados”, recuerda Alcalde. “Pero han pasado dos años y no se ha cumplido con el compromiso pactado. La gente se siente muy traicionada”. Según él, desde que gobierna el PP “lo único que tenemos son prohibiciones y limitaciones”.
Menos mar, más barreras
El espacio real disponible para el pescador recreativo se ha reducido drásticamente. “Si te digo que en las Pitiusas tenemos un 30 % de espacio para ir a pescar es mucho”, afirma Alcalde. Y eso contando zonas teóricas, porque hay áreas próximas a puertos que no se usan por seguridad, y otras donde las redes de los profesionales hacen imposible lanzar un anzuelo.
En 2014, la reserva marina de Tagomago vetó por completo la pesca submarina en zonas como Pou d’es Lleó. A la pesca con caña le impusieron límites como un solo ejemplar por especie, y modalidades como el jigging o la pesca con cebo vivo o muerto quedaron directamente prohibidas.
Las “reservas de interés pesquero” bajo la lupa
Alcalde es tajante: “Son falsas reservas porque no se protege la fauna marina”. Según sus cifras, solo un 3 % de la superficie protegida en las Pitiusas es reserva integral —la única que impide toda actividad extractiva—. El resto permite faenar a la pesca profesional con redes y artes menores, mientras veta prácticas recreativas.
La Plataforma sostiene que estas figuras sirven para “camuflar la realidad” y favorecer al sector primario, que recibe ayudas y pensiones, pero sin plantear un modelo de conservación real. “Lo entendemos, pero ¿qué culpa tenemos los demás? Nos quieren poner de espaldas al mar, pero esto es imposible”.
Cifras que desmontan el tópico del “aficionado”
El peso de la pesca recreativa en Baleares es mayor de lo que muchos piensan. Según datos de la Fundación Marilles y del investigador Pere Oliver:
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44.070 licencias de pesca recreativa en el archipiélago.
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11.743 de ellas para pesca desde embarcación.
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Solo 257 embarcaciones profesionales, frente a más de 11.000 recreativas.
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La pesca recreativa en Mallorca alcanza las 1.200 toneladas anuales, el 40 % de las capturas comerciales oficiales (3.000 toneladas).
Cifras de la pesca recreativa en Baleares
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44.070 licencias activas (2023), de las cuales 11.743 corresponden a pesca desde embarcación.
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Capturas estimadas: 1.200 toneladas anuales en Mallorca (todas las modalidades recreativas).
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Valor económico estimado: 30–50 millones de euros/año, incluyendo licencias, material, combustible, amarres y servicios relacionados.
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Coste de la licencia individual: 16,21 € por 3 años (exentas para mayores de 65 o jubilados).
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Coste de la licencia de embarcación: desde 47,21 € hasta 77,80 € según eslora y tipo de trámite.
Cifras de la pesca profesional en Baleares
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257 embarcaciones profesionales registradas en toda Baleares (2023).
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Capturas anuales aproximadas: 3.380 toneladas en el conjunto del archipiélago.
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Valor económico estimado: 20 millones de euros/año, pudiendo alcanzar unos 45 millones incluyendo capturas no declaradas o descartes.
Argumentos y comparaciones incómodas
El PP balear, según Alcalde, justifica las restricciones en la existencia de pescadores furtivos. Su respuesta es directa: “Yo puedo decir también que dentro de la política hay corruptos. ¿Tenemos que quitar a la mitad a los políticos?”. Con esta comparación busca evidenciar, según él, lo injusto de aplicar un castigo colectivo por las infracciones de unos pocos.
Formentera como punto de no retorno
La nueva reserva de interés pesquero en Formentera ha encendido todas las alarmas. Alcalde afirma que “Formentera tiene casi toda la costa bajo esta figura” y que, si no hubieran reaccionado a tiempo, “esta medida ya se hubiese aprobado”. La Plataforma inició una recogida de firmas que ya suma miles de apoyos, incluyendo pescadores de otras comunidades. Calculan que en Baleares hay unas 50.000 licencias y avisan: “Son muchos votos los que van a perder”.
Es Freus: dos versiones
En paralelo, el Govern balear ha anunciado la ampliación de la Reserva Marina dels Freus, que, según el comunicado oficial, se tramitará “pactada con el sector” y con “el máximo consenso posible” (ver comunicado oficial).
La Plataforma cuestiona esa versión. Sostienen que solo la Cofradía de Pescadores de Formentera ha participado en la negociación, y que dentro de ella hay miembros que no opinan por miedo a represalias. “Mucha gente que pesca con redes y palangres también es partidaria de salir con su hijo a pescar con fusil, con una caña o pescar al vivo”, dice Alcalde.
Compatibilidad posible
Alcalde insiste: “La pesca recreativa y la profesional siempre han sido compatibles”. Recuerda que durante décadas ambas actividades han compartido el mismo espacio sin conflictos graves, respetando artes, temporadas y tallas mínimas. Lo que pide la Plataforma no es carta blanca para pescar sin control, sino reglas claras y realistas que permitan coexistir.
Proponen habilitar zonas y días concretos para la pesca recreativa en áreas donde ya opera la profesional, mantener tallas y cupos que garanticen la sostenibilidad y autorizar modalidades como la pesca al vivo o el jigging, actualmente prohibidas en muchas zonas de las Pitiusas. Para ellos, esto no supondría un impacto negativo sobre los recursos, siempre que se mantenga un control y seguimiento adecuados.
Citan el ejemplo de Palma, donde las reservas marinas están gestionadas con un calendario que permite a los recreativos acceder algunos días y practicar incluso pesca submarina, algo totalmente vetado en gran parte de Ibiza y Formentera. Esa experiencia, dicen, demuestra que con voluntad política y una gestión equilibrada se puede proteger el mar sin expulsar a una parte de quienes lo disfrutan.
Un problema de identidad
Para la Plataforma, este conflicto no es solo un asunto de licencias o normativas. “La pesca recreativa en las Pitiusas es una actividad profundamente arraigada en la identidad de las islas”, afirma Alcalde. En muchas familias, salir a pescar es un ritual heredado, un vínculo con el mar que va más allá de la captura.
Restringir severamente esta práctica, dicen, no solo limita una afición: rompe una tradición que ha formado parte de la vida local durante generaciones. Por eso, si no hay acuerdo en la reunión prevista con el Govern a finales de agosto, advierten que convocarán una manifestación en Ibiza contra la nueva reserva.
Remate:
Con más licencias, más capturas y más afición que nunca, el colectivo de pescadores recreativos no acepta que se le reduzca a un papel residual en el mar de sus propias islas. En un conflicto donde las palabras “consenso” y “protección” se interpretan de forma opuesta, el desenlace todavía está por escribirse.
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