14 de diciembre de 1917. Mientras España mantenía su neutralidad en la Primera Guerra Mundial, las aguas que rodeaban su geografía peninsular eran cualquier cosa menos tranquilas. El Mediterráneo, paso obligado para la marina mercante aliada, se había convertido en un tablero de caza para los submarinos alemanes. Uno de ellos, el U-64, patrullaba frente a las costas de Valencia. Y ese día, un vapor británico llamado SS Coila entró en su punto de mira.
Un gigante del carbón rumbo a Italia
El SS Coila era un vapor de carga construido en 1911 por A. McMillan & Son en Dumbarton, Escocia. Con sus 4.135 toneladas y más de 100 metros de eslora, pertenecía a la naviera Kyle Transport Co. de Liverpool. Aquella noche fatídica, partía desde Glasgow rumbo a Livorno, cargado con 6.000 toneladas de carbón destinadas al esfuerzo bélico aliado.
Cerca de las 2 de la madrugada, navegando frente a la costa de Sagunto, el buque fue interceptado y torpedeado por el submarino alemán U-64, comandado por Robert Moraht, un veterano oficial de la Kaiserliche Marine. La explosión fue brutal. El torpedo impactó en la zona de las calderas y partió el barco en dos. El SS Coila comenzó a escorarse rápidamente, con parte de la tripulación atrapada entre el humo, el vapor y el caos.
Un naufragio y tres vidas perdidas
Tres marineros murieron en el acto. El resto de la tripulación consiguió abandonar el barco, según las fuentes disponibles, aunque los registros británicos no detallan sus nombres ni relatan los momentos posteriores al hundimiento. Fue uno de los 72 barcos hundidos por submarinos alemanes en aguas cercanas a España durante la Gran Guerra. Aunque España no combatía, sus costas eran ya un escenario colateral del conflicto.
El SS Coila se hundió a unas 2 millas náuticas de Sagunto, en una zona relativamente poco profunda, lo que facilitó su posterior localización. Y, como tantos otros pecios de la época, desapareció de la conversación pública durante décadas.
Silencio bajo el agua… y redescubrimiento
El tiempo hizo su trabajo. Durante más de 80 años, el SS Coila permaneció en silencio en el fondo del mar, a unos 35 metros de profundidad, como si aún esperara una orden de zarpada que nunca llegaría. El naufragio se convirtió en un secreto entre buceadores técnicos locales, que hablaban de un gran pecio partido en dos, lleno de detalles aún reconocibles: su ancla de estribor, el cabrestante, el parabán aún estibado en cubierta… y una hélice que, aunque oxidada, aún parecía lista para empujar toneladas de carbón a través del Mediterráneo.
No fue hasta 2017 que el Centro de Buceo Costa Palancia, con inmersiones organizadas y documentación visual, logró identificar el pecio como el SS Coila. La confirmación llegó al encontrar elementos estructurales coincidentes con los planos del buque, y una posible placa de identificación. Desde entonces, la historia olvidada del Coila ha vuelto a salir a flote.
Un pecio visitable… pero no para cualquiera
Hoy el SS Coila es un punto de inmersión técnica frente a las costas de Sagunto. No es apto para buceadores inexpertos: la profundidad de 35 metros, la visibilidad limitada (a veces menor de 2 metros) y las corrientes del fondo exigen preparación y cabeza fría. Pero para quienes se sumergen en él, el pecio ofrece una experiencia casi emocional.
Aún puede verse la proa descansando sobre el costado de babor, y la zona del impacto —donde el torpedo hizo su trabajo— permanece abierta, casi como una herida de guerra congelada en el tiempo. Los restos del Coila no solo cuentan una historia naval: son un recordatorio de que la neutralidad en tiempos de guerra no garantiza estar a salvo.
El Coila y la historia que no se enseñó en los libros
Mientras el Duca di Genova, otro vapor hundido por el U-64 semanas después, ha sido protagonista de historias más comentadas (algunas incluso alimentadas por el folclore local sobre alemanes "amigables" en el embarcadero), el Coila ha permanecido como el hermano olvidado de los naufragios frente a Sagunto. Menos célebre, menos romántico, pero igual de real.
Hoy, formando parte del patrimonio subacuático de la Comunidad Valenciana, sigue esperando que su historia se cuente como merece: sin adornos, sin olvido. Solo con hechos. Y quizás, con respeto por aquellos tres marineros que murieron esa madrugada del 14 de diciembre de 1917, cuando el rugido del torpedo rompió la calma del mar frente a Sagunto.
Te interesa? Mira esto: S. S. Ferrona: el gigante de acero que no volvió de su última travesía
Comparte este artículo