El Mediterráneo ya tiene bastante con la sobrepesca, el turismo a granel y la contaminación. Pero hay otro frente, más silencioso y menos mediático, que lleva años colándose por las grietas: las especies invasoras.
No hacen ruido, no ocupan titulares y, a veces, ni siquiera tienen mala pinta. Pero están cambiando nuestras costas sin pedir permiso. Las especies invasoras no son ciencia ficción ni una anécdota biológica: son uno de los problemas más serios —y más ignorados— que afrontan hoy las aguas españolas del Mediterráneo. Y no, no es solo un asunto de ecología: la pesca artesanal, la biodiversidad marina y hasta la economía costera están pagando el precio.
¿Qué es exactamente una especie invasora (y por qué debería importarte)?
Una especie invasora no es simplemente una visitante extranjera. Es una especie que llega (normalmente por culpa del ser humano), se adapta como Pedro por su casa, se reproduce sin control y desplaza o arrasa a las especies locales. En el Mediterráneo español, esto se traduce en menos pesca, fondos marinos alterados, ecosistemas desequilibrados… y mucha impotencia.
Las especies que más daño están haciendo en nuestras costas
Vamos al grano. ¿Qué bichos son los que están armando el lío en nuestras aguas?
Cangrejo azul (Callinectes sapidus)
La estrella del momento. Originario de la costa atlántica americana, este crustáceo ha colonizado zonas como el delta del Ebro, el Mar Menor, la Albufera y buena parte del litoral valenciano. Tiene dos ventajas: es grande y se vende bien.
Pero también tiene dos problemas gordos: rompe redes, se come lo que pilla (huevas, peces, moluscos, otros cangrejos) y se reproduce a un ritmo brutal. Algunos pescadores lo han incorporado a su actividad, pero no compensa las pérdidas que genera.
Pez león (Pterois miles)
Ya se ha detectado en aguas de Baleares y Almería. No está tan extendido como en el Mediterráneo oriental, pero si sigue avanzando, será un quebradero de cabeza.
Es venenoso, no tiene enemigos naturales aquí y se alimenta de todo lo que cabe en su boca. Que no es poco.
🐟 Pez conejo (Siganus luridus y S. rivulatus)
Avanza por el sur peninsular y se ha asentado en Baleares. Viene del Mar Rojo y tiene una dieta basada en algas, pero con un apetito voraz.
¿Resultado? Fondos desprovistos de vegetación, menos hábitats para otras especies y menos biodiversidad.
🌱 Caulerpa cylindracea
Un alga invasora que no se ve desde la superficie, pero que cubre los fondos como una manta. Desplaza a la posidonia y otras algas locales, altera el ecosistema y dificulta la regeneración natural de muchas zonas pesqueras.
Se ha detectado en varias áreas de la costa catalana y valenciana, y sigue extendiéndose.
🦐 Gamba blanca invasora (Melicertus kerathurus)
Aunque no se hable tanto de ella, ha causado alteraciones en la pesca de crustáceos en el sur.
Puede alterar las cadenas tróficas locales y competir con especies como la gamba roja.
¿Y qué se está haciendo?
Aquí viene lo preocupante: no mucho, y lo que se hace, se hace tarde.
España participa en proyectos europeos de monitorización, como el programa Marine Strategy Framework Directive, pero las actuaciones concretas en nuestras costas van muy por detrás de la expansión real de estas especies. Algunas comunidades autónomas, como Cataluña, Baleares o la Comunitat Valenciana, han empezado a tomar medidas parciales: campañas de pesca del cangrejo azul, seguimiento científico del pez león, estudios sobre el impacto de las algas invasoras… pero falta un plan serio, coordinado y sostenido en el tiempo.
Además, muchas de estas especies ni siquiera están en la lista negra europea (la famosa lista del Reglamento 1143/2014), lo que impide aplicar restricciones legales o ayudas específicas. Esa lista, por cierto, se actualiza con cuentagotas.
Limitaciones y errores de enfoque
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Falta de coordinación entre administraciones. Costas, pesca, medio ambiente, comunidades autónomas… cada cual va por libre. Y cuando algo es responsabilidad de todos, acaba siendo responsabilidad de nadie.
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Escasa participación del sector pesquero. Muchos pescadores no reciben información ni formación. No saben identificar a algunas especies ni qué hacer con ellas. Y si encima las autoridades solo se presentan para multar, la colaboración se convierte en desconfianza.
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Poca inversión en I+D. Sabemos que hay especies invasoras, pero no tenemos mapas actualizados, ni estudios detallados de su impacto local, ni modelos predictivos. Todo a remolque.
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Ausencia de campañas de consumo realistas. El cangrejo azul puede comerse, sí. Pero no hay estructura logística ni campañas que impulsen su compra. Y no basta con subir recetas a Instagram.
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Medidas demasiado reactivas. Esperamos a que haya daños evidentes antes de actuar. El pez león es el ejemplo perfecto: cuando lo tengamos bien instalado en el sureste, empezaremos a pensar qué hacer. Spoiler: será tarde.
¿Qué se podría hacer (si de verdad hubiera voluntad)?
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Sistema nacional de alerta temprana. Con coordinación real entre ciencia, puertos, pescadores y autoridades locales. Que se detecte, se informe y se actúe rápido.
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Plan estatal de control de invasoras marinas. No parches. Una estrategia nacional, bien financiada, que incluya pesca dirigida, restauración de hábitats y educación.
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Campañas de aprovechamiento comercial. Convertir al cangrejo azul y otros invasores en un recurso no es ciencia ficción. Pero hay que facilitar los permisos, formar a los pescadores, y abrir mercados de verdad.
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Educación marina real. En institutos, en puertos, en cofradías. Que cualquier persona que trabaje o disfrute del mar sepa lo que hay en el agua y lo que supone.
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Revisión urgente de la lista europea de especies invasoras. Con criterios adaptados al Mediterráneo. No tiene sentido que un alga que está cubriendo el fondo del litoral valenciano no esté ni reconocida como especie problemática.
Un problema de hoy, no de mañana
Mientras seguimos discutiendo si son especies “invasoras” o “exóticas”, ellas se adaptan, crecen y colonizan. No hay frontera ni boya que las pare. Si no cambiamos el enfoque, el Mediterráneo español que conocíamos —el de los cefalópodos, las doradas salvajes y los fondos con posidonia— será otro. Uno más caliente, más desequilibrado y más pobre en pesca.
Y lo peor: lo habremos dejado pasar sin hacer mucho. Como tantas veces.
¿Has visto alguna de estas especies en el mar? ¿Crees que se debería fomentar su pesca comercial? Deja tu opinión y sigamos hablando de lo que está cambiando en nuestras costas.
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